viernes, 8 de febrero de 2013

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Tras los primeros trabajos de clase, replanteé el tema a desarrollar durante el curso, y decidí centrarme en realizar retratos familiares. Esta idea surgió de la unión de mi urgencia a la hora de elegir bocetos a la hora de comenzar un nuevo proyecto, y la necesidad de aportar un significado conceptual, más allá de lo estético, a las obras.


Los retratos familiares, no necesitan mucho más planteamiento en boceto que el de la composición y expresión de la figura, ya que al ser retratos de mi familia, están fácilmente localizados.
Pero además, un retrato transmite algo más que una imagen, o una figuración estética y representativa; un retrato necesita y debe transmitir el transfondo de la persona y que nos lo haga ver más allá de la pintura.

Desde Da Vinci, y su enigmática Mona Lisa, pasando por los innumerables retratos de Rembrandt, los indescriptibles Van Goghs, las sufridas Fridas, imposible Picassos, o los carnales retratos de Lucian Freud, el retrato nos lleva más allá de la piel y la tela, haciéndonos asomar al interior del reprensado y del que lo representa, buscando, más allá del físico, aquello que nos intentan decir.




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